La futura ley obligará a implantar canales de denuncias internos a las entidades privadas con 50 o más trabajadores y a todas las entidades del sector público.
El término anglosajón «whistleblower» se traduce literalmente como “el que toca el silbato” y hace referencia a la persona que informa sobre una irregularidad en su ámbito laboral. El objetivo es comunicar lo antes posible los comportamientos no éticos y sacar a la luz todo aquello que pueda dañar la reputación de una empresa u organización:
Uno de los puntos clave que regula la norma es la obligación de permitir las denuncias anónimas.
Sin duda una figura polémica para algunos y realmente efectiva para otros. Solo el futuro permitirá conocer sus beneficios.